sábado, 6 de octubre de 2007

Para tener derecho a una vida digna, primero necesitamos tener una vida.


El día 27 de agosto fui a un seminario sobre el derecho a la vida en la Universidad Católica. En éste expusieron notables personajes tanto de la política chilena, de medicina y de la Iglesia Católica.

Me llamó mucho la atención el hecho de que todos expusieran el tema del aborto, pues es el primer atentado contra la vida, mientras que Nelson Ávila, uno de los panelistas, habló sobre una vida digna, sobre todo en materias económicas.

Él planteaba que más que derecho a la vida, las personas debían tener derecho a una vida digna. Entonces me surgió la pregunta ¿no es necesario tener derecho a la vida, para poder optar a una digna?, o ¿cómo tener derecho a una vida digna si se quita el derecho a la vida aceptando el aborto?

Aristóteles decía “para los vivientes, vivir es ser” y es que los vivientes son en la medida que viven y cuando mueren dejan de ser. Si quiero ser algo, si quiero tener una vida digna, primero tengo que vivir, de lo contrario no puedo ser. Vivir no es, por tanto, una operación del hombre, sino que es su causa eficiente.

El ser del hombre es el ser de una persona. La palabra persona se define como aquello único, singular e irrepetible, propio, es ser alguien. Ser alguien implica ser valioso por sí mismo. La vida humana es valiosa por sí misma, no valiosa para mantener la especie, valiosa para mantenerse a sí misma, por consiguiente ninguna vida es comparable a otra.

¿Por qué poner la vida de la madre por sobre la del hijo?, ¿no tiene acaso el mismo derecho éste de crecer ahí?

La vida humana, “vida”, solo esa palabra, es un bien de todos y todos tienen el derecho de que se les proteja.

Mónica Rozas Larraín.
Estudiante de Psicología.

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